Por: Licdo. Alejandro Anaya Huertas.
Inmanuel Kant |
Algunos
discípulos de Kant, han dicho que la muerte es el paso del tiempo y de la
conciencia del acto, mientras que el nacimiento es el paso lógico del acto a la
conciencia y al tiempo. Feuerbach es más puro: “la muerte es la muerte de la
muerte”. Para una concepción marxista del morir, es imperdible la Enciclopedia
soviética: “la muerte sólo puede comprenderse sobre la base de la explicación
materialista de la esencia vital del organismo”.
Para
el ordenamiento jurídico mexicano, la Ley General de Salud, en su artículo 343,
dispone que la pérdida de la vida ocurre cuando se presentan la muerte
encefálica o el paro cardíaco irreversible. La muerte encefálica se determina
cuando se verifican los siguientes signos: I. Ausencia completa y permanente de
conciencia; II. Ausencia permanente de respiración espontánea, y III. Ausencia
de los reflejos del tallo cerebral, manifestado por arreflexia pupilar,
ausencia de movimientos oculares en pruebas vestibulares y ausencia de
respuesta a estímulos nocioceptivos.
Jack Kevorkian |
Es
posible…pero, ¿se trata de parámetros absolutos? Jack Kevorkian, el “Doctor
Muerte”, dejó resmas repletas de investigación, de las que ofrecemos un par “a
modo de calaverita”:
Las
decapitaciones masivas y los importantes descubrimientos en el campo de la
electricidad coincidieron a finales del siglo XVIII y dieron lugar a
experimentos únicos relacionados con la fisiología humana. Uno de los primeros
tuvo lugar en Alemania en 1791 ante un grupo de médicos y estudiantes de
medicina reunidos para presenciar una ejecución. Inmediatamente después de que
el criminal fuera decapitado, el investigador demostró que los músculos del
cuello del torso se estremecen al tocarlos con una sonda. Un contacto más
profundo causó contracciones musculares lo bastante fuertes como para arquear
la espalda y extender los brazos que habían sido doblados sobre el pecho. Un
ligero contacto de la sonda sobre el extremo cortado de la médula espinal (en
la parte del cuello unida a la cabeza) provocó movimientos similares en los
músculos faciales, especialmente alrededor de los labios. En ocasiones los
párpados pestañearon. Un contacto más profundo aquí provocó una contracción
masiva de todos los músculos faciales y de la lengua. Las grotescas muecas
hicieron que unos cuantos observadores, estremecidos, se apartaran y se
marcharan. Se llegó a la conclusión de que la conciencia probablemente
persistía después de la decapitación.
Quienes
insistían en que la conciencia persistía en una cabeza cortada –incluso durante
un cuarto de hora- fueron alentados por los resultados de una ejecución
acontecida en Breslau (actual Wroclaw, Alemania), en 1803. Inmediatamente
después de que el criminal fuera decapitado por medio de la espada, un
dispositivo eléctrico produjo fuertes contracciones musculares en la cabeza.
Dos ayudantes sostuvieron entonces firmemente la cabeza mientras el
investigador miraba fijamente la cara. Al mismo tiempo, el extremo cortado de
la médula espinal fue tocado con una sonda mecánica.
Los músculos faciales se
contrajeron y los labios se torcieron. Parecía una mueca de dolor. Cuando el
investigador lanzó rápidamente su dedo hacía el ojo abierto de la cabeza
separada, sus párpados se cerraron como si el cerebro fuera consciente de una
amenaza inmediata. Los párpados se cerraron también cuando la cabeza fue
orientada hacia el Sol. A continuación el investigador gritó el nombre de la
víctima en uno de los oídos. Los párpados se abrieron y la mirada se volvió
lentamente hacía la fuente del sonido. La boca hizo movimientos como si intentara
abrirse y hablar.
A
la luz de lo dispuesto por el artículo 343 de la Ley General de Salud, parece
poco probable, al menos en el corto plazo, regresar a la fórmula que los
médicos utilizaban en la Edad de Oro para informar a la autoridad judicial que una
persona había muerto: “Señoría: después de llamar consecutivamente por tres
veces a don… y no habiendo obtenido por parte “deste” contestación a mi
requerimiento, puede asegurarse que don… ha fallecido”.
De
cadáveres exquisitos. El Primer Cadáver de la Nación.
Teresa
de Ávila murió en 1582 y fue enterrada sin haber sido embalsamada en una fosa
profunda llena de piedras, cal y tierra húmeda. Su cuerpo fue examinado durante
casi 200 años, y aseguran que permanecía en un estado de conservación excepcional;
su carne, siempre flexible, volvía a elevarse cuando se hundía en ella un dedo;
vertía sangre roja cada vez que se extraía una reliquia, y aunque sus
vestiduras estaban totalmente corrompidas, el cuerpo exhalaba un olor a
violetas y lirios.
Parece que ese no era el caso del Ex Presidente Carlos Andrés Pérez,
fallecido a fines de 2010, y cuyo cadáver estaba en el centro de una peculiar
disputa jurídica. Estuvo más de seis meses en una unidad de refrigeración de
una funeraria de Miami, Florida, por el litigio familiar antes de ser colocado
en una cripta de manera temporal, por orden de un juez. El litigio surgió
cuando la viuda interpuso una demanda contra Cecilia Matos, compañera
sentimental del difunto, para evitar que fuera enterrado en Estados Unidos.
Cecilia Matos y sus hijas se oponían arguyendo que el ex gobernante había
expresado su deseo de regresar a Venezuela sólo cuando ya no estuviera en el
poder Hugo Chávez. Al cierre de esta nota, Hugo Chávez sigue siendo Presidente
de la República Bolivariana, y los restos de Carlos Andrés Pérez reposan en
Caracas.
“Morí,
pero sigo en el padrón”. La Ouija como reina de las pruebas.
A
no pocos les resultará familiar el recuerdo de aquellas campañas políticas de
hace medio siglo, cuando en las bardas de los cementerios se pintaban las
proclamas entusiastas de un zoon politikon siempre vivo: “Los muertos estamos
con el candidato”. No menos frecuente era la incidencia de personas ya
fallecidas, pero con conciencia política inmortal, porque seguían votando.
Si
a la inmortalidad se ingresa por las puertas del sepulcro, se proponen los
siguientes epitafios jurídicos, como enganche para obtener el certificado de
perpetuidad:
1)
Los muertos siguen participando en el juego, con aplomo. Y de
preferencia, activa y no pasivamente, como ocurrió en Wisconsin, donde tres
sujetos fueron acusados de profanar una tumba para que unión de ellos tuviera
sexo con un cadáver. El epitafio de este caso lo aportó la magistrada de la
Corte Suprema estatal, Patience Roggensack: “…la ley del Estado prohíbe las
relaciones sexuales con alguien que no pueda dar su consentimiento, ya sea que
la víctima esté muerta o viva en el momento”.
2)
Los muertos comparecen con la solemnidad de la fe pública. Un juez
nicaragüense ordenó la detención de un notario que fue declarado culpable por
estelionato y falsificación de documentos, al haber hecho comparecer en
escritura pública a una persona que tenía más de 20 años muerta.
3)
Los muertos exoneran desde “el más allá”. Un tribunal de Porto
Alegre, Brasil, aceptó como prueba absolutoria, en un juicio por homicidio, una
carta exonerante dictada por el espíritu de la víctima a un médium. De esta
manera, la sospechosa del crimen logró salir a la calle. La carta, obtenida
mediante una técnica llamada sicografía entre los espiritistas, fue presentada
como prueba por el abogado Lucio de Constantino, defensor de la acusada, y no
fue impugnada por la parte acusadora. El espíritu de Ercy Cardoso, asesinado a
los 71 años, liberó de toda culpa a su amante
Postludio
¿Qué oír para acompañar las reflexiones jurídicas sobre los aspectos jurídicos
de la muerte?
Hay
un vasto repertorio de Misas de Muertos, aunque nuestras preferencias son
encabezadas, muy en las alturas, por los Réquiem de “la triple B”: Berlioz,
Brahms y Britten. No deben pasarse por alto La Isla de los Muertos, de
Rachmaninoff, (máxime si se tiene a mano la pintura de Böcklin), ni Éclairs sur
l’au-delà, de Messiaen.
Diversas
marchas fúnebres, desde la de Henry Purcell (que Walter-Wendy Carlos adaptó
para Naranja Mecánica), y la de Sigfrido en el Ocaso de los Dioses, a la del
tercer movimiento de la segunda sonata de Chopin, pasando por otros pasajes
fúnebres en diversas sinfonías de Beethoven, Mahler, Khachaturian y
Shostakovich, haciendo una amable escala en Le Tombeau de Couperin, de Ravel.
Si
se desea un cóctel necrofílico poderoso de música y pintura, los cuadros de
Zdzisław Beksínski combinan muy bien con Polymorphia y con el cuarto movimiento
de la tercera sinfonía de Penderecki.
Zdzisław Beksínski |
Alejandro
Anaya Huertas. Licenciado en Derecho (UNAM); maestro y candidato a doctor en
Administración Pública (INAP).
En una ocasión escuche de unos médicos ´que las personas ven un tunel o una especie de agujero con una luz al fondo cuando se están muriendo. Esto es producto de la pérdida de conocimiento debido a la baja de los signos vitales y que se refleja de esta manera en el ojo humano. NO HAY NINGÜN TUNES....
ResponderEliminarDe acuerdo con usted..esa información la conozco . El globo ocular va perdiendo funciones, de la misma manera que el oido. Según las profesionales de enfermería, es lo último que pierde el paciente. Por eso los comentarios alrededor de un paciente grave deben ser mesurados y sobre todo alentadores.
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