Alma Fuerte es el seudónimo de Pedro Bonifacio Palacios, que nació en San Justo provincia de Buenos Aires Argentina, en el año de 1984. Se dedicó a la docencia durante la presidencia de Sarmiento y por causa de estos poemas fue destituido de su cargo. Entre sus obras más importantes están: Evangélicas (1918), Poesías (1918), y Discursos (1919), todas publicadas luego de su muerte en 1919.
Para nosotros, todos sus "medicinales" son motivantes, pero el segundo; "Piú Avanti", es una joya que debería quedar grabada en la "piedra" de nuestra memoria. Cuando pensemos en desfallecer... cuando queramos abandonar la lucha por nuestras metas e ideales.
Siete sonetos medicinales / 1907
Almafuerte (Seud. de Pedro Bonifacio Palacios) (1854-1917)
Fuente: Almafuerte, Poesías, Buenos Aires, Editorial Tor, 1942.
¡Avanti! Si te postran diez veces te levantas Otras diez, otras cien, otras quinientas... No han de ser tus caídas tan violentas Ni tampoco, por ley, han de ser tantas. Con el hambre genial con que las plantas Asimilan el humus avarientas, Deglutiendo el rencor de las afrentas Se formaron los santos y las santas. Obsesión casi asnal, para ser fuerte, Nada más necesita la criatura, Y en cualquier infeliz se me figura Que se rompen las garras de la suerte... ¡Todos los incurables tienen cura Cinco segundos antes de la muerte! ¡Piú avanti! No te des por vencido, ni aun vencido, No te sientas esclavo, ni aun esclavo; Trémulo de pavor, piénsate bravo, Y arremete feroz, ya mal herido. Ten el tesón del clavo enmohecido, Que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo; No la cobarde intrepidez del pavo Que amaina su plumaje al primer ruido. Procede como Dios que nunca llora, O como Lucifer, que nunca reza, O como el robledal, cuya grandeza Necesita del agua y no la implora... ¡Que muerda y vocifere vengadora, Ya rodando en el polvo tu cabeza! ¡Molto piú avanti! Los que vierten sus lágrimas amantes Sobre las penas que no son sus penas; Los que olvidan el son de sus cadenas, Para limar las de los otros antes; Los que van por el mundo delirantes, Repartiendo su amor a manos llenas, Caen, bajo el peso de sus obras buenas Sucios, enfermos, trágicos..., ¡sobrantes! ¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos! ¡Nunca sigas impulsos compasivos! ¡Ten los garfios del odio siempre activos, Y los ojos del Juez siempre despiertos!... ¡Y al echarte en la caja de los muertos, Menosprecia los llantos de los vivos! ¡Molto piú avanti ancora! El mundo miserable es un estrado Donde todo es estólido y fingido, Donde cada anfitrión guarda escondido Su verdadero ser, tras el tocado. No digas tu verdad ni al más amado; No demuestres temor ni al más temido; No creas que jamás te hayan querido Por más besos de amor que te hayan dado. Mira cómo la nieve se deslíe Sin que apostrofe al sol su labio yerto, Cómo ansía las nubes el desierto Sin que a ninguno su ansiedad confíe... ¡Trema como el Infierno; pero ríe! ¡Vive la vida plena, pero muerto! ¡Moltissimo piú avanti ancora! Si en vez de las estúpidas panteras Y los férreos estúpidos leones, Encerrasen dos flacos mocetones En esa frágil cárcel de las fieras, No habrían de yacer noches enteras En el blando pajar de sus colchones, Sin esperanzas ya, sin reacciones Lo mismo que dos plácidos horteras; Cual Napoleones pensativos, graves, No como el tigre sanguinario y maula, Escrutarían palmo a palmo su aula, Buscando las rendijas, no las llaves... ¡Seas el que tú seas, ya lo sabes: A escrutar las rendijas de tu jaula! ¡Vera violetta! En pos de su nivel se lanza el río Por el gran desnivel de los breñales; El aire es vendaval, y hay vendavales Por la ley del no-fin, del no-vacío; La más hermosa espiga del estío No sueña con el pan en los trigales; El más noble panal de los panales No declaró jamás: Yo no soy mío. Y el sol, el padre sol, el raudo foco Que fomenta la vida en la Natura, Por fecundar los polos no se apura, Ni se desvía un ápice tampoco... ¡Todo lo alcanzarás, solemne loco, Siempre que lo permita tu estatura! La yapa Como una sola estrella no es el cielo, Ni una gota que salta, el Océano Ni una falange rígida, la mano, Ni una brizna de paja, el santo suelo: Tu gimnasia de cárcel no es el vuelo, El sublime tramonto soberano, Ni nunca podrá ser anhelo humano Tu miserable, personal anhelo. ¿Qué saben de lo eterno las esperas: De las borrascas de la mar, la gota De puñetazos, la falange rota; De harina y pan, la paja de las eras? ¡Detente! por piedad, pluma, no quieras Que abandone sus armas el ilota! |
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